- Lanzamiento: 1993
- Género: Étnica, Traditional Folk
- Artistas similares: Tuva Ensemble, Shu-de
Quisiera haber empezado mi regreso a los etéreos refiriendo la paradoja que me embarga al emboscarme en la música brotada de raíces que se clavan remotas en el tiempo: como recién llegada de otro planeta, la necesaria invención de la familiaridad se convierte en una reacción inmediata. Si este reflejo de hospitalidad es un producto impostado del azoramiento de un adultescente atrapado en la negra ola de decadencia occidental o no, lo cierto es que bajo cualquier sol soy un pesimista encantado de que lo convenzan de lo contrario, y esta obra inaugural de Huun-Huur-Tu («rayos de sol» en tuvan, el idioma hablado en la República Tuvá, Siberia) lo consigue desde el primer contacto gracias a las reverberaciones de sus fractales acústicos, en cuyos racimos de armonías y disonancias, exprimidos como fue mi caso al amor de los rescoldos de un buen día, podemos dejarnos trasoñar por una suerte de preludio de éxtasis chamánico. Subrayo que soñar que se sueña no es estar despierto todavía, mas con frecuencia la geometría anómala de ese dobladillo por encapsulamiento nos permite ir más allá en la contemplación de ese otro sueño consuetudinario que se emulsiona en las muy creíbles irrealidades de los deseos y los miedos; sin la pantalla de estas irrealidades, la realidad sería un acontecer demasiado irreal para ser no vista (que nadie ve, salvo su ceguera), sino seguida. De ahí que la música, al igual que las historias míticas y las creaciones religiosas, pertenezca al patrimonio onírico inmarcesible de los hombres caducos, aunque a diferencia de aquellas tiene la profunda virtud de actuar como lengua franca universal, clarividente en sus mejores momentos, con la que uno puede remontarse hasta regiones inexploradas, o que así se lo hacen sentir, en las que dispone de recursos fehacientes para reconciliarse con todo lo que es y, quizá más, con todo lo que no es.
Como ocurre con el yodel tirolés, que tanto ha inspirado fuera de su comarca original a artistas de competencias tan dispares como el bluesman Howlin' Wolf y la vocalista Elizabeth Fraser de Cocteau Twins, tres de los componentes del cuarteto se valen de una técnica especial de canto capaz de generar registros de varias notas simultáneas con un timbre que fácilmente puede ser confundido con un digeridoo. Además de la voz, el instrumento nativo por excelencia, intervienen en esta grabación otros como el igil (especie de viola de dos cuerdas frotadas), el khomus (arpa de boca), el doshpuluur (similar a un láud del que existen al menos dos versiones en función de la forma de la caja de resonancia) y tambores.
Imprescindible también, cómo no, el álbum Fly, Fly My Sadness, de 1996, que realizaron con el coro The Bulgarian Voices Angelite.
Como ocurre con el yodel tirolés, que tanto ha inspirado fuera de su comarca original a artistas de competencias tan dispares como el bluesman Howlin' Wolf y la vocalista Elizabeth Fraser de Cocteau Twins, tres de los componentes del cuarteto se valen de una técnica especial de canto capaz de generar registros de varias notas simultáneas con un timbre que fácilmente puede ser confundido con un digeridoo. Además de la voz, el instrumento nativo por excelencia, intervienen en esta grabación otros como el igil (especie de viola de dos cuerdas frotadas), el khomus (arpa de boca), el doshpuluur (similar a un láud del que existen al menos dos versiones en función de la forma de la caja de resonancia) y tambores.
Imprescindible también, cómo no, el álbum Fly, Fly My Sadness, de 1996, que realizaron con el coro The Bulgarian Voices Angelite.
http://yadi.sk/d/_MxfKo_h1kUzv
ResponderEliminarSi esta música les ha gustado, tienen que presenciar el siguiente concierto:
ResponderEliminarhttps://youtu.be/i0djHJBAP3U
Buen provecho.